domingo, 7 de julio de 2019

Educación emocional en tiempos de modernidad



 Chile vibrando nostálgicamente con ser bi campeón de la Copa América y con la esperanza que ese “bi”, se transforme en “tri”-campeones! Esta amalgama se convierte en una euforia de dudoso equilibrio. Emociones colectivas que tocan el ambiente de cada rincón de norte a sur.  Vienen las cuartas de final… y Chile pierde 3-0 la posibilidad de llegar a disputar la copa tan anhelada. Hasta aquí, lo que venía siendo alegría y armonía se transforma en fracaso y rabia.

A través de las redes sociales, termómetro del sentir de la modernidad, comienzan a apuntar a los posibles culpables de tal desastre, con un manto de injusticia. El mas evidente fue el arquero, que no atajó esas pelotas intrusas.  Comenzó una ola de imputaciones, insultos, amenazas, que llegaron descontroladamente a poner en riesgo la vida del acusado y toda su familia.


Y aquí vienen las reflexiones de asociar este evento al “bulling” que sufren los niños y adolescentes, que ya parece que no tiene límite de edad, ni situación. ¿Qué hace que socialmente nos tome el lado oscuro de la rabia y la frustración, que puede llegar a extremos de querer eliminar al que socialmente lo experimentamos como el “enemigo”? ¿Qué será que si las expectativas que tengo de lo que ocurre no se cumplen, busco culpables para castigarlos con la pena de muerte?

La violencia virtual, es una violencia cínica, que no pone la cara, que esconde la mano que golpea, no haciéndose responsable del acto y sus consecuencias. No viendo al sujeto motivo de violencia, no percibimos lo que está generando en el otro, sus reacciones, sus decisiones, a diferencia de la violencia cara a cara, que se percibe el daño que estoy haciendo. 

¿Y que hacemos frente a esto que se está manifestando y que tiene que ver con una de las expresiones de la modernidad? ¿Con esta libertad que nos llegó a las manos? Con esta posibilidad de impactar con  
nuestras palabras, nuestras emociones, nuestra energía a otros, colectivamente, que antes estaba solo reservado para algunos “lideres”?


Miremos nuestro discurso cultural respecto a nuestro mundo emocional. Los chilenos somos conocidos por no ser muy expresivos de nuestras emociones, comparados con otros países como Argentina y Brasil. Y hablo de la alegría, el entusiasmo, de la tristeza, y muy especialmente la rabia.  Y al parecer el fútbol es un canal de salida de aquello que nos guardamos en el día de hoy. No voy a juzgar que sea ese un canal de salida, pero si quiero poner arriba de la mesa de la reflexión nuestra falta de educación emocional de no somos capaces de manejar nuestras frustraciones y no conocer la palabra tolerancia a ella.

Es tiempo de aprender de nuestro mundo emocional que ha estado por casi 500 años sumergido detrás de la razón y la objetividad, dejándolo en una categoría de secundaria, blanda, doméstica.   Aprender a celebrar, a manifestar nuestra alegría cuando tenemos un logro, así como lidiar con la frustración y la rabia cuando aquello no resultó como esperábamos, también puede ser parte de la modernidad. Mas aún, hoy en esta cultura de la inmediatez de los resultados, que tocamos una pantalla y se obtiene el resultado al   .  

Esta reflexión nace de mi amor por mi país, y también de nuestro ser humano, de lo que es posible para nosotros que tenemos la capacidad de aprender mas allá de tener información, ampliando nuestro ser habitante de este planeta. Para ello se hace inminente que aprendamos de nuestras emociones, a reconocerlas, a darles cabida, validarlas y expresarlas. Eso pasa por respetar al otro como legítimo otro, especialmente si no estoy de acuerdo, o no lo apruebo. No se trata de “poner la otra mejilla”, sino que aprender a expresarnos libremente en forma respetuosa en cada interacción de nuestro día a día y muy especialmente de lo que decimos en las redes sociales, que tanto impacto tiene.

Ana María Torres
Coach del alma
Domingo 6 de Junio 2019


martes, 16 de abril de 2019

Duelos


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Este escrito es el primero de varios artículos respecto al tema de los duelos. Lo pongo en plural,  pues siendo un mismo fenómeno que ocurre frente a una pérdida importante, existen múltiples manera de vivírselos.
Al sentarme a escribir, siempre me hago la pregunta. ¿Por donde comienzo? Mi respuesta automática es “por el principio”, lo que significa, para mi…  lo que mas me habla en ese momento.


Dolor y sufrimiento:

Estos dos términos a menudo los usamos cómo sinónimos frente a una pérdida. Diferenciarlos nos puede permitir un gran alivio en la manera de vivirnos un duelo. Así como  distinguir tristeza de depresión, aceptación de resignación, aceptación de tolerancia, y también debilidad de vulnerabilidad. Iré abordando cada uno de ellos en este espacio.

Estos escritos están inspirados y alimentados por  mi propia experiencia y mis conversaciones con mi amigo Jose Manuel, que está en pleno duelo.  A un par de días de la navidad, preparando el regreso a Chile después de un placentero viaje con su mujer (segundo matrimonio sin hijos propios), recibe un llamado telefónico de su hija mayor, angustiada, anunciándole que Mari, la hija menor, estaba en coma en el hospital, no sabiendo  qué le pasaba.

-“Ese día de espera para tomar el avión fue el mas angustioso de mi vida”-  me comenta Pepe, que es como le decimos los mas cercano cariñosamente.
-“Presentía lo peor”-. 
Al llegar a Chile se van del aeropuerto al hospital. Ya era muy tarde. Mari, de solo 33 años, había sufrido un accidente vascular, con muerte cerebral. No habíaa nada que hacer. Murió a las pocas horas.

Su vivencia, esta siendo muy distinta a la mía. Mi madre murió a los 100 años, con una vida vivida. Con una muerte esperada, y con tiempo para sanar heridas y concluir pendientes. La muerte fue parte de nuestras conversaciones recurrentes. Para mi era un fenómeno que era evidente, y parte de lo esperado, no exento de tristeza y de nostalgia, cuando entrábamos en ese espacio emocional. No fue el caso de José Manuel. Como sociedad en el siglo XXI, no esperamos que a los 33 años, la muerte toque la puerta. Es contra natura, por lo que no estamos preparados para un ciclo tan corto. 

Me voy a centrar en lo que Pepe me trajo para mirar el fenómeno de su duelo, que también toca el mío, en diferentes intensidades y tiempos.  Les ofrezco mirar algunos momentos que inevitablemente nos tocan en mayor o menor medida frente a una pérdida importante. 

Momento 1: Injusticia
- “Las palabras que se escuchaban a viva voz era ¡Qué injusticia!...”-  Una joven llena de vida, con muchos años por delante, en pleno desarrollo de su carrera… ¡ -“¡Porque! ¿Negligencia médica?...” fueron sus primeras reacciones.  Son los momentos de frustración y rabia (ver mas adelante en “momentos del duelo”.)  que muchas veces vivimos frente a una perdida tan anormal y dura. Lo normal y esperado es que se mueran los padres antes que los hijos. Parece que la vida nos trae sorpresas.  

Momento 2: Culpa
-”Y si yo hubiera estado aquí…”,  “No escuchamos sus señales”, “la dejamos sola..”- ,  rabia y resistencia descrita arriba, la mezclamos con culpa. Dos emociones que si nos dejamos estar podemos perpetuarlas tranformándola en “sufrimiento”.
Hasta aquí aun no aparece el dolor como manifiesto. Ya han pasado un mes, y nos juntamos en una tarde de verano a capear el calor, a la sombra de una parra cuyos racimo caían como chorros de lagrimas listas para ser derramadas y porque no decirlo, saboreadas.

Momento 3:  Dolor y tristeza
Nuestra conversación fue sin duda de lo que estaban viviendo personal y cómo familia esta nueva etapa de sus vidas. Un antes y un después. 
– “Nada es igual”, fueron sus primeras palabras. 
Pepe, lo primero que nos manifiesta es :
- “Lo que siento es dolor”, y se toca el pecho. 
- “Me duele todo, especialmente aquellas zonas mas vulnerables de mi cuerpo, como mi espalda y mis rodillas.” 

Debo confesar que mi primera reacción al ver a mis amigos cuando comenzamos a conversar, fue no hablar sobre el duelo, y hablar de nuestro viaje recién realizado o de las mejoras que estábamos haciendo en la cabaña. 
Dado que vengo trabajando este tema, tanto por experiencia propia, como por lo que he investigado, verbalizar y hablarlo es aliviante, especialmente en un entorno contenido y cuidado, es que decidí preguntarle cómo estaba, como se estaba viviendo su duelo.
[El dolor no es sufrimiento.]

El dolor puede transformarse en sufrimiento sí se perpetua y se transforma en enfermedad. El dolor es físico como una manifestación del alma. Es puro, es silencioso, solitario, es estar en contacto con el sentir. Se expresa en lágrimas que requieren expresar el vacío que deja la ausencia.  El dolor y la tristeza van de la mano. Cuando reprimimos por diferentes motivos su expresión hay algo que no se resuelve. Su expresión por lo tanto es saludable y sana, muchas veces no placentera pues conecta con nuestro ser perdido. El dejar que el dolor y la tristeza se manifieste, nos conduce a la aceptación.

A su vez, el sufrimiento es el juicio que hacemos del dolor de la pérdida. Es racional, es lingüístico principalmente  y se conecta con la gama de emociones que ya he mencionado en los momentos 1 y 2 principalmente, como la rabia y la culpa. Son las explicaciones que nos damos para evitar aceptar la pérdida. Puede venir para quedarse, haciendo harto ruido, y protagonismo. Nos tiende a llevar a paralizarnos. Con esto no quiero decir que no es normal y legítimo el sufrimiento. Es parte de lo fácilmente se puede transformar en depresión, que es la manifestación de la inacción y de la victimización.

Dolor y sufrimiento, ambos tienen su tiempo y su ciclo de vida. No son eternos, en la medida que le demos su cabida. Entrada y salida. No hay tiempo ideales o establecidos para habitar estos estados. La importancia de estar atentos a los movimientos diarios y a enfocarse en sanar esa herida.

Hasta aquí vamos a dejar esta primera reflexión, con algunas preguntas:

¿Cómo te vives tus perdidas? ¿Le das tiempo al duelo?
¿Has podido distinguir dolor de sufrimiento?
¿Cómo ha influído en tu cuerpo y biología?

Segundo Articulo
¿Que es el Duelo?
Tercer artículo
Conversaciones de Coaching frente al duelo



sábado, 23 de junio de 2018

Despedida a Olivita

A 5 días de la partida de mi viejita, en el silencio y quietud de nuestro hogar, plasmo algunas reflexiones aun con olor a rosas.


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Mi despedida en la misa del Miércoles 20 de Junio

Gracias a todos, amigos, colegas, amores, familia, hijos, nietos, por acompañarnos en esta celebración.

Viejita querida, mi gordita, Olivita:
Hoy , es mi última despedida de tenerla físicamente cerquita, y  el comienzo de una nueva relación de alma a alma, qué terminará el día que yo también me vaya! 

Deja este mundo el 18 de junio, mismo día que  se fue su Jimmy,  mi papá.    Era tiempo del reencuentro. 

Hoy celebro la vida, y también su partida a sus 100 años. Cumplió con muchas de las cosas que usted soñó: una bella familia, donde jugó un rol muy importante para que fuéramos íntegros.    

Celebro su coraje para decir NO a una operación y SI a aceptar que la vida tiene sus días contados.  Su entereza de aceptar la pérdida de casi toda su vista y agrandar su visión. De disminuir la audición y afinar la escucha. De endulzarse con los años. De desarrollar su sabiduría y cordura de mujer anciana.


Celebro su constancia de tener proyectos para mantenerse vigente. Celebro su memoria y  recordar los números de los estacionamientos para evitar perdernos.

Aprendimos de viejas a valorarnos y admirarnos.  “Si yo pudiera, haría lo mismo que usted hace”... "y cómo ud. lo hace". Esa fue la frase mas bella  de reconocimiento que la esperé tantos años y llegó a  tiempo. Algo se completó en mi!

Celebro  su paciencia y resiliencia, modelándolas día a día,  para sus hijos, nietos y bisnietos. 

Gracias viejita por darme la oportunidad de acompañarla en estos últimos años, que me permitieron acompasar con su ritmo y caminar mas lento.

Gracias a la vida que me ha dado tantos años suyos!!

Buen viaje mi Olivita!




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