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Este escrito es el
primero de varios artículos respecto al tema de los duelos. Lo pongo en plural, pues siendo un mismo fenómeno que ocurre
frente a una pérdida importante, existen múltiples manera de vivírselos.
Al sentarme a
escribir, siempre me hago la pregunta. ¿Por donde comienzo? Mi respuesta
automática es “por el principio”, lo que significa, para mi… lo que mas me habla en ese momento.
Dolor y sufrimiento:
Estos dos términos a
menudo los usamos cómo sinónimos frente a una pérdida. Diferenciarlos nos puede
permitir un gran alivio en la manera de vivirnos un duelo. Así como distinguir tristeza de depresión, aceptación
de resignación, aceptación de tolerancia, y también debilidad de
vulnerabilidad. Iré abordando cada uno de ellos en este espacio.
Estos escritos están
inspirados y alimentados por mi propia experiencia y mis conversaciones con mi amigo Jose Manuel, que
está en pleno duelo. A un par de días de
la navidad, preparando el regreso a Chile después de un placentero viaje con su
mujer (segundo matrimonio sin hijos propios), recibe un llamado telefónico de
su hija mayor, angustiada, anunciándole que Mari, la hija menor, estaba en coma
en el hospital, no sabiendo qué le
pasaba.
-“Ese día de espera para tomar el avión fue el mas angustioso de mi
vida”- me comenta Pepe, que es como le
decimos los mas cercano cariñosamente.
-“Presentía lo peor”-.
Al llegar a Chile se van del aeropuerto al hospital. Ya era muy tarde. Mari, de solo 33 años, había sufrido un accidente vascular, con muerte cerebral. No habíaa nada que hacer. Murió a las pocas horas.
-“Presentía lo peor”-.
Al llegar a Chile se van del aeropuerto al hospital. Ya era muy tarde. Mari, de solo 33 años, había sufrido un accidente vascular, con muerte cerebral. No habíaa nada que hacer. Murió a las pocas horas.
Su vivencia, esta siendo muy distinta a la mía. Mi madre murió a los 100 años, con una vida vivida. Con una muerte esperada, y con tiempo para sanar heridas y concluir pendientes. La muerte fue parte de nuestras conversaciones recurrentes. Para mi era un fenómeno que era evidente, y parte de lo esperado, no exento de tristeza y de nostalgia, cuando entrábamos en ese espacio emocional. No fue el caso de José Manuel. Como sociedad en el siglo XXI, no esperamos que a los 33 años, la muerte toque la puerta. Es contra natura, por lo que no estamos preparados para un ciclo tan corto.
Me voy a centrar en lo que Pepe me trajo para mirar el fenómeno de su duelo, que también toca el mío, en diferentes intensidades y tiempos. Les ofrezco mirar algunos momentos que inevitablemente nos tocan en mayor o menor medida frente a una pérdida importante.
Momento 1: Injusticia
- “Las palabras que se escuchaban a viva voz era ¡Qué injusticia!...”- Una joven llena de vida, con muchos años por
delante, en pleno desarrollo de su carrera… ¡ -“¡Porque! ¿Negligencia
médica?...” fueron sus primeras reacciones. Son los momentos de frustración y rabia (ver mas adelante en “momentos del
duelo”.) que muchas veces vivimos frente
a una perdida tan anormal y dura. Lo normal y esperado es que se mueran los
padres antes que los hijos. Parece que la vida nos trae sorpresas.
Momento 2: Culpa
-”Y si yo hubiera estado aquí…”,
“No escuchamos sus señales”, “la dejamos sola..”- , rabia y resistencia descrita arriba, la
mezclamos con culpa. Dos emociones
que si nos dejamos estar podemos perpetuarlas tranformándola en “sufrimiento”.
Hasta aquí aun no aparece el dolor como manifiesto. Ya han pasado un mes,
y nos juntamos en una tarde de verano a capear el calor, a la sombra de una
parra cuyos racimo caían como chorros de lagrimas listas para ser derramadas y
porque no decirlo, saboreadas.
Momento 3: Dolor y tristeza
Nuestra conversación fue sin duda de lo que estaban viviendo personal y
cómo familia esta nueva etapa de sus vidas. Un antes y un después.
– “Nada es
igual”, fueron sus primeras palabras.
Pepe, lo primero que nos manifiesta es :
- “Lo que siento es dolor”, y se toca el pecho.
- “Me duele todo, especialmente
aquellas zonas mas vulnerables de mi cuerpo, como mi espalda y mis rodillas.”
Debo confesar que mi primera reacción al ver a mis amigos cuando comenzamos a conversar, fue no hablar sobre el
duelo, y hablar de nuestro viaje recién realizado o de las mejoras que estábamos
haciendo en la cabaña.
Dado que vengo trabajando este tema, tanto por
experiencia propia, como por lo que he investigado, verbalizar y hablarlo es
aliviante, especialmente en un entorno contenido y cuidado, es que decidí preguntarle cómo estaba, como se estaba viviendo su duelo.
[El dolor no es sufrimiento.]
El dolor puede transformarse
en sufrimiento sí se perpetua y se transforma en enfermedad. El dolor es físico
como una manifestación del alma. Es puro, es silencioso, solitario, es estar en
contacto con el sentir. Se expresa en lágrimas que requieren expresar el vacío
que deja la ausencia. El dolor y la
tristeza van de la mano. Cuando reprimimos por diferentes motivos su expresión
hay algo que no se resuelve. Su expresión por lo tanto es saludable y sana,
muchas veces no placentera pues conecta con nuestro ser perdido. El dejar que el
dolor y la tristeza se manifieste, nos conduce a la aceptación.
A su vez, el sufrimiento es el juicio
que hacemos del dolor de la pérdida. Es racional, es lingüístico principalmente
y se conecta con la gama de emociones
que ya he mencionado en los momentos 1 y 2 principalmente, como la rabia y la culpa.
Son las explicaciones que nos damos para evitar aceptar la pérdida. Puede venir
para quedarse, haciendo harto ruido, y protagonismo. Nos tiende a llevar a paralizarnos.
Con esto no quiero decir que no es normal y legítimo el sufrimiento. Es parte
de lo fácilmente se puede transformar en depresión, que es la manifestación de la
inacción y de la victimización.
Dolor y sufrimiento, ambos tienen su tiempo y su ciclo de vida. No son
eternos, en la medida que le demos su cabida. Entrada y salida. No hay tiempo
ideales o establecidos para habitar estos estados. La importancia de
estar atentos a los movimientos diarios y a enfocarse en sanar esa herida.
Hasta aquí vamos a dejar esta primera reflexión, con algunas preguntas:
¿Cómo te vives tus perdidas? ¿Le das tiempo al duelo?
¿Has podido distinguir dolor de sufrimiento?
¿Cómo ha influído en tu cuerpo y biología?
Segundo Articulo
¿Que es el Duelo?
Tercer artículo
Conversaciones de Coaching frente al duelo
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