lunes, 13 de junio de 2016

El poder de los Juicios en el coaching

EL PODER DE LOS JUICIOS

Ö      Contrario a las afirmaciones que usamos para describir la manera en que observamos las cosas (lo que es real para nosotros), los juicios son una apreciación o interpretación nuestra sobre la realidad. A raíz de un juicio emitido el mundo cambia.

Ö      Al emitir un juicio, generamos esa nueva realidad que afecta la identidad de lo juzgado, abriendo (o cerrando!) un ámbito de relaciones y acciones posibles entre nosotros y lo que hemos juzgado. Esto es válido para situaciones, objetos, como personas. Es así como los juicios que hacemos de otros, que nos hacen o nos han hecho  influyen en nuestra identidad pública y privada, sean o no fundadas.

Ö      Los juicios son actos enteramente lingüísticos, solo cobran existencia cuando los formulamos; su poder (declarativo) radica en que las interpretaciones que proveen, modifican la realidad de los sujetos y objetos directa o indirectamente afectados por nuestro juicio.

Ö      Como interpretación el juicio vive en el que lo emite, no es una propiedad del objeto o persona que juzgamos; siempre deja abierta la posibilidad de discrepancia (!).

El compromiso social que asumimos al juzgar, es:
          
§  que nuestro juicio es válido (o sea: tenemos la autoridad y la competencia para emitirlo) a diferencia de las afirmaciones que son Verdaderas o Falsas y el poder está en las evidencias que proveemos. 
§  que lo podemos fundar, en términos de:
-       Mi inquietud  (¿Para qué juzgo?)
-       Especificar el dominio de acción  (¿En qué ámbito juzgo?)
-       Estándares de conducta para mi juicio  (¿A cuales estándares de conducta se refiere?)
-       que existen afirmaciones sobre conductas recurrentes, en el pasado, que lo respaldan;
-       que no existen contra-afirmaciones.

Ø  Los juicios son solo eso … juicios! Si son fundados, son solo eso…. Juicios fundados!!


Autoridad para emitir juicios
Primera responsabilidad social de los juicios: Tener autoridad.
Decimos que la primera responsabilidad social al emitir un juicio es tener la autoridad para hacerlo.  Por el hecho de existir, de ser linguisticos e  interpretar en el lenguaje, tenemos la capacidad de emitir juicios, opiniones. Es una cualidad intrínsecamente humana.  En lo cotidiano, emitimos juicios, asumiendo esa autoridad para darle sentido a nuestras acciones. Nos orientan, son nuestra brújula. . Por ejemplo: “hace frio”, y buscamos algo para abrigarnos. Jorge es “divertido”, y esperamos reírnos con la presencia de Jorge.  “Estamos en crisis” le digo a mi pareja. Distinto es que emita el mismo juicio respecto de la economía del país.  No es lo mismo que lo diga yo, es solo mi opinión,  que no se nada de economía, a que lo diga el presidente del Banco Central, que al segundo de ser dicho, se ve reflejado en el mercado, bolsa, etc.
Dado que los juicios son declaraciones, generan mundos, es importante cuidar los juicios que hacemos de otros, pues tienen repercusiones tanto en lo personal como en lo colectivo.
¿Entonces qué significa dar o tener autoridad para emitir un juicio?
Diferente es darle autoridad a otro para que haga juicios de mi, de entidades, del mundo. Muchas veces estamos mas pendiente de los juicios de otro, que de los propios, aunque discrepemos. Dudamos de nosotros mismos y queremos darle en el gusto a todos. ¿Será eso posible? Por ejemplo: “ser buena persona”.  Para unos será posponer mis intereses por sobre las necesidades de otro. Para otro será signo de debilidad, para otros incapacidad de poner límites, etc. A unos les parece positivo a otros no. Nunca le vamos a dar en el gusto a todos, dado que tenemos diferentes interpretaciones de lo que significa ser “buena persona”.
Aquí es importante, hacernos la pregunta ¿a quién le doy autoridad para emitir ese juicio?  Socialmente, le damos autoridad para emitir ciertos juicios a entidades o personas que colectivamente le damos ese poder. Por ejemplo, jueces, árbitros, guías espirituales, líderes sociales, etc.  Y en forma individual, le daremos autoridad a quienes queremos, a quienes juzgamos que saben en algún dominio en particular. Podemos decir que es una responsabilidad personal, el tener esta pregunta presente.
En el caso de los niños,  por el hecho de serlo, le dan autoridad a sus padres frente a los juicios que estos hacen de ellos, es mas delicado aún. Requerimos asumir la responsabilidad familiar de que las “etiquetas” que le pongamos a nuestros hijos, van a influir en su identidad que después son muy difíciles de modificar. Saber que estos juicios no son escuchados como tal, sino que mas bien como afirmaciones del ser de ese niño: “así soy yo”.
Enfatizando lo ya dicho, Los juicios son un componente importante de la identidad de las personas, organizaciones, comunidades, países, etc. Con nuestros juicios afectamos a tales entidades. A su vez, todo juicio es emitido por alguien y habla también de ese alguien que lo emite. De ahí la responsabilidad social de fundarlos, constituyendo una segunda responsabilidad social.

Fundamentación de juicios:
Segunda responsabilidad social de los juicios: Fundarlos
La capacidad de interpretar, como ya expresamos, es una cualidad eminentemente humana y nos conecta con el sentido y la temporalidad.  Interpretamos, juzgamos en base a acciones realizadas en el pasado. Lo hacemos en el presente, y nos sirve para proyectarnos al futuro.  Por ejemplo, estamos por contratar un/a asistente, y evaluamos su responsabilidad. Hacemos preguntas del pasado: ¿Cuántos trabajos ha tenido? ¿Cuánto tiempo en cada trabajo? . Pido cartas de recomendación (juicios y afirmaciones). Juzgo  que tengo suficientes fundamentos para decir “es responsable” , la contrato, y espero que se comporte “responsablemente”, en el trabajo.
Por el contrario, si emito un juicio en base a otros juicios, sin preocuparme de tener suficientes pruebas, afecto mi identidad personal, como la del otro, por el solo hecho de declararlo, genero dolor, sufrimiento, además de desprestigio.
Por lo tanto, el fundamento de los juicios tiene que ver con la forma en que el pasado es traído al presente para esperar ciertas acciones en el futuro. Se trata de  formular juicios que nos apoyen efectivamente en tratar con el futuro. Al cambiar las acciones recurrentemente en el futuro, podremos modificar el juicio que tenemos sobre algo o alguien, incluyéndonos.

Existen al menos 5 dominios a mirar para fundar un juicio.
1)   Mi inquietud  (¿Para qué juzgo?) “La acción que proyectamos hacia el futuro cuando emitimos el juicio”.
Siempre emitimos un juicio “por o para algo”. Visualizamos un futuro en el        cual nuestro juicio abrirá o cerrará posibilidades.
Por ejemplo: Si decimos que Juan es “inteligente”, es para destacar que Juan se comportará “inteligentemente” en el futuro. Puede que lo hagamos para quedar bien con Juan, para promoverlo, para contratarlo o para empoderarlo. Cualquiera de estas situaciones implica un futuro posible y diferente. Abrir o cerrar posibilidades en el futuro, incluso si se trata del juicio de “inteligencia”. Juan al escuchar ese juicio, puede sentir que no puede cometer errores y entrar en una espiral de autoexigencia que le cierra posibilidades.

2)      Estándares de conducta para mi juicio  (¿A cuales estándares de conducta se refiere?) “Los estándares sostenidos en relación a la acción futura proyectada”.
Suponemos que el juicio emitido se coteja con un conjunto de estándares de comportamientos para juzgar el desempeño de los individuos, que nos permiten evaluar la efectividad de sus acciones.  
Siguiendo con Juan, es importante ver cual es el estándar que tengo de responsabilidad. Por ejemplo: que llegue al menos el 95% del tiempo a la hora, que entregue los reportes solicitados al menos en un 90 % en la fecha acordada, etc. 
Los estándares provienen de tradiciones particulares que nos dicen qué esperar y por lo tanto de expectativas sociales. Estos estándares cambian con el tiempo y la mayoría son sociales, o sea pertenecen a la comunidad y obedecen a circunstancias históricas concretas.
Esto es evidente en los estándares de belleza, de comida sana, de éxito, etc. Hoy en día comer sano, no tiene las mismas medidas que hace 20 años atrás y están cambiando día a día.
Lo que hacen los líderes es traer nuevos estándares que antes no estaban disponibles para la comunidad.

3)      Especificar el dominio de acción  (¿En qué ámbito juzgo?) “El dominio de observación dentro del cual se emite el juicio”
Emitimos juicios dentro de un dominio particular. En el caso de Juan el dominio es en trabajo. Puede que no sea “responsable” en el cumplimiento de sus compromisos con su hijo o en el deporte. Muchas veces generalizamos al emitir un juicio, “soy tímido/a” , “los políticos son corruptos”, “los hombres no son confiables”, etc. Y nos cerramos posibilidades con nosotros mismos y de interactuar con otros, incluso de generar relaciones, basados en una o algunas experiencias pasadas.
El juicio debe evaluarse confinado al dominio particular en el cual fue emitido.

4)      Afirmaciones sobre conductas recurrentes, en el pasado, que lo respaldan; “Las afirmaciones que proporcionamos respecto de los estándares sostenidos”
Cuando disponemos de afirmaciones que nos permiten medir respecto de algún estándar en algún dominio particular de observación, podemos generar un juicio con fundamento.
Si no somos capaces de proporcionar afirmaciones, no somos capaces de fundar juicios. La afirmación genera confianza en el juicio y en quien los emite. Por el contrario, cuando este no se basa en acciones concretas, desconfiamos de la persona o la entidad que realiza el juicio.  Los lideres proveen suficiente fundamento a sus juicios, generando confianza.
Volvamos a Juan: Miramos el registro de entrada diaria a la oficina, y constatamos que el 95 % de las veces llegó puntual, incluso antes de lo requerido. Si miramos el juicio “soy tímida”, y mi estándar es “ponerme roja” el 80% de la veces que me enfrento a alguien que no conozco. Puedo constatar que es un juicio que tiene acciones que puedo mirar y validar. Y si decido trabajar ese espacio, puedo ir registrando, como puede ir variando ese estándar, para ir cambiando el juicio de mi misma.
A menudo fundamos los juicios con otros juicios, no vemos las acciones que lo sostienen, solo vemos los juicios que hacemos de ellos. En este caso es muy difícil poder cambiar el juicio o aprender de él, dado que no vemos acciones posibles a modificar.
Cuando fundamos juicios de comportamiento, apuntar a una sola instancia y depender de una sola acción podría ser insuficiente.

5)      Que no existen contra-afirmaciones. “ No encontrar fundamento suficiente para fundar en juicio contrario”
Las afirmaciones que somos capaces de proveer para fundar un juicio no garantizan que lo consideremos bien fundado.
Puede ocurrir que generemos una cantidad aún mayor de afirmaciones al intentar fundar el juicio contrario.  Por ejemplo, en el caso “soy tímida” al intentar fundar el juicio contrario, me doy cuenta , sólo me pasa con personas a quienes le doy autoridad, y no con amigos/as que vengo conociendo. En ese caso, lo que necesitamos es definir el dominio, y así acotar el espacio, donde quiero aprender.
A veces hacemos el juicio “los hombres no son confiables”, pues tuve una experiencia dolorosa donde me sentí traicionada. Y cuando comienzo a buscar acciones para fundar el juicio contrario, me doy cuenta que hay mas afirmaciones de confianza que desconfianza. Puede ocurrir que ese evento ha sido muy importante en mi vida, aun así, generalizar, me ha cerrado posibilidades en mi aproximación con el mundo masculino.

El poder de los juicios en el coaching
Ø  Los juicios son “ventanas al alma humana”
·      Los juicios que emitimos, revelan el tipo de observador que somos.

·      Los juicios nos permiten dar sentido y valor a nuestra existencia.

·      Nuestro modo de ser en el mundo, está enraizada en cómo vivimos los juicios que se tienen o tenemos de nosotros mismos.

Estas tres premisas, que son grandes declaraciones las llevaremos al coaching, como miramos el alma del coachee escuchando los juicios que emite, que hace de si mismo, de otros, de las circunstancias y situaciones. Como coaches, si ponemos atención a los juicios del coachee, nos permite entrar mas profunda y rápidamente a su alma.

Las dos caras de los juicios

·      Los juicios que emitimos, revelan el tipo de observador que somos.
Hablan mas de quien los emite, que a quien, quienes o qué estamos enjuiciando.  En el coaching, los juicios nos develan el ser del coachee, de lo que le importa o no.

Por ejemplo: si habla de “los sacrificios”,  ya nos da una pauta a mirar; si nos habla de lo justo o injusto;  de la “batalla”; de “que anda mas suelta” “equilibrio”, “estabilidad”.  Cada uno de esos juicios hablan de lo que le importa, desde donde está mirando la vida.
Son puertas donde el coachee nos esta revelando su ser, y por lo tanto podemos indagar en ellos.

“Desafiar juicios”
·      Nuestro modo de ser en el mundo, está enraizada en cómo vivimos los juicios que se tienen o tenemos de nosotros mismos.

Muchas veces en el coaching les decimos a los alumnos: “desafía los juicios del coachee”. Le estamos diciendo toma los juicios que trae e indaga en ellos.
Por ejemplo si un coachee habla de la vulnerabilidad, o autocontrol,  pareciera ser que sabemos de lo que está hablando, dado que hay un sentido común del término. ¿Y sabemos? ¿Será lo mismo para mi que para el? ¿Qué será lo que esta viendo que dice vulnerabilidad o autocontrol?
ü  Podemos indagar en las afirmaciones que sustentan el juicio,  acciones:
o   Dame un ejemplo de ...?
o   Qué acciones estará mirando que dice vulnerabilidad o autocontrol??

ü  Indagar en sus explicaciones, preguntamos por sus interpretaciones, que son otros juicios,  para saber de donde vienen.
o   ¿Qué interpretaciones tienes de… tu vulnerabilidad?
o   ¿Qué explicaciones tienes de…?
o   ¿Qué quieres decir con “…”?

ü  Indagar en su historia:
o   ¿De donde viene esa interpretación?
o   ¿Donde aprendiste la vulnerabilidad o el autocontrol?

ü  Indagar en el fenómeno en una dimensión mas profunda:
o   Qué te pasa con la vulnerabilidad en tu vida?

ü  Indagar en los juicios maestros
Los juicios se transforman en maestros, cuando tiñen mas de un dominio. Van de la mano con las creencias y “mandatos”.
o   En ocasiones nos encontramos con ciertos estereotipos de comportamiento, como “el/la salvador/a”, se hace cargo ; “la abnegada”, dar y dar sin pedir y recibir; “el/la mediador/a”, se hace cargo, etc, etc.
o   Otra manera de expresarse como actos declarativos, son las interpretaciones de cómo vivirse la vida, tales como: “la vida es una lucha”, “si no hay esfuerzo, no tiene valor”, “sacrificarse”, etc. Influyendo en todas sus acciones y relaciones.

ü  Indagar en las metáforas:
Asi como revelan, ocultan. Podemos jugar con las metáforas que nos trae el coachee, como una herramienta que devela el espacio poético, de lo que no tiene nombre, y así podemos hablar de “ello”.  Y en ocasiones es conveniente “aterrizarlo” para mirar que hay allí de su manera de vivirse la vida o lo que está viviendo en ese momento.
o   Por ejemplo: “tengo una camisa de fuerza”, “me estoy ahogando”, “entré al campo de batalla”, etc.
o   Hablame de eso “que te estás ahogando”…!

ü  Indagar para diferenciar el fenómeno de la explicación
Decimos que fenómeno, son los hechos, las afirmaciones y la explicación, la interpretación, los juicios que tengo del fenómeno.
o   Por ejemplo: “Pido y pido a mi familia y no me escuchan. Pareciera ser que no tengo autoridad.”
Como coaches requerimos estar atentos cuando el coachee trae el fenómeno con su explicación como si fueran parte de lo primero. Ahí está nuestra destreza de mostrárselo.
Por ejemplo:  “Para ahí. ¿Qué tal que miremos lo que me acabas de decir. “Pido y pido a mi familia y no me escuchan” es una parte … y tu explicación es “pareciera que no tengo autoridad”. ¿Podría haber otra?
Jugamos con el mundo interpretativo, para mirar otras posibilidades de accionar y emocionar, dado como lo está mirando el coachee, no son posibles.  
En otras ocasiones es mas evidente aun: dicen ” “porque” no tengo autoridad”. Son veredictos, que no permiten cambio ni movimiento. Pareciera ser que la explicación le pertenece al fenómeno. ¿Será así?. La explicación le pertenece al que la realiza.
Esta distinción en el coaching es fundamental para lograr aprendizaje en el coachee. Su manifestación es parte de la transparencia del coachee, que al hacerlo evidente, produce un gran alivio y nuevos mundos posibles.
Como vemos esta distinción linguísitica de los juicios trae un mundo a la mano, del cual los coaches necesitamos develarlo con finura y precisión.







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domingo, 14 de febrero de 2016

¿TEMAS TABÚ O DE SANACION PARA EL COACHING?


EL ABUSO SEXUAL Y LA VIOLENCIA
CAP I

Hay temas que a los coaches nos toca ver mas recurrentemente y que necesitamos prepararnos para tenerlas, sostenerlas y aportar, tanto para nosotros mismos como coaches, como para acompañar a nuestros coachees. Unos de esos temas son la violencia y el abuso infantil. Hasta el momento han sido temáticas abordadas por el área de la salud, la psicología y psiquiatría.  Hoy nos toca a los coaches acompañar en este dominio, y creo que tenemos mucho que aportar desde el espacio conversacional, emocional, como experiencial, para lograr una sanación.

Este tema no llega directamente como espacio a trabajar en la mayoría de los casos. Aparecen a menudo en la indagación de otros temas, algunos asociados a la victimización. Otros a la tristeza profunda,  a la rabia incontrolable,  al miedo hecho cuerpo y/o también como victimarios/as. En ocasiones se manifiesta con una complacencia y/o la ausencia de limites en otros dominios de su vida. En otros con distanciamiento con el género de quienes han sido los victimas . En lo femenino, lo mas a la mano es el servilismo y en lo masculino a través de la rabia y la violencia. También en quedarse en su ser niño/a, y no aventurándose a la adultez, como lo mas recurrente.

Qué podemos hacer los coaches cuando aparece?
 Primero atrevernos a preguntar, cuando sospechamos que ha habido abuso en algún momento de su vida. Solo el hecho de reconocerlo, de nombrarlo, es un primer paso de avance.
En segundo lugar,  tener el cuerpo para acompañar a nuestro coachee en este espacio, que no sabemos a priori adonde vamos a llegar.
Lo que si necesitamos claridad es que estar dispuesto a acompañarlo/la, y aceptarlo/la como todo lo que el/ella trae, requiere de nuestra compasión y capacidad de sostener la situación y al coachee .

Relataré una experiencia de coaching para ir mirando el fenómeno.

Mujer adulta, alta,  robusta, muy latina de razgos,  Me tocaba verla a menudo en unas oficinas que arrendaba.  Cada vez que me la cruzaba, su tristeza no la hacía pasar desapercibida a mis ojos. 
Llegó a conversar conmigo, derivada por una persona conocida en común.
En aquella ocasión, ocurrió un día muy frio, mas frío de lo acostumbrado para la estación, motivo por el cual, tuve que calefaccionar el lugar desde la mañana, así como usar mas luz que lo habitual.
El contraste de temperaturas, el afuera y el adentro, la iluminación artificial cálida generaron un efecto uterino, que llamaba a quedarse y dejarse cuidar.
Desde el comienzo de la conversación, tuve la intuición que algo iba a pasar, no sabía que! Intuía un nacimiento, algo que se iluminaría.

Comenzamos conociéndonos, riéndonos a ratos, y esa luz de tristeza en esos ojos negros estaba presente, inamovible.

Al rato, le pregunto:
-       Que la trae por aquí?
Ella acusa recibo de nuestros múltiples encuentros casuales en los pasillos, y me dice que algo le decía y anticipaba este encuentro.
            Trae un tema laboral. Comenzamos a explorarlo.
Rondaba en torno a la relación con su jefe, cómo el no entendía que ella estaba dispuesta a dar todo su conocimiento, pero que también necesitaba recibir. Cuando pedía ayuda, no se la daba.
Por ahí entramos!... exploramos sus jefaturas, la relación con ellos y ellas, que no eran las mismas. Tocamos el dar y recibir, que estaba muy desequilibrado… Y llegamos a hablar de la autoridad y el Poder.  No era cualquier poder y autoridad, era la masculina.
Comenta: - “Esta semana me he tenido que quedar hasta las 11 de la noche trabajando, me he sentido violentada”.
Algo se prendió en mi, y en ella seguramente, pues hicimos una conexión con esa última palabra.  Le propuse quedarnos en esto último que estaba reportando.
-       Dejemos por un rato el trabajo, y tomemos esta sensación que estás trayendo, de “sentirte violentada” ¿Te parece?
Ella accede con una expresión que en ese momento no pude descifrar.
-       ¿Cuándo te has sentido violentada en tu vida?
No pudo sostener la pregunta. Bajo la mirada, se encogió, como una niña protegiéndose de la lluvia, y explotó en lágrimas.
La dejé un ratito ahí, le alcance un papel y limpió sus ojos enegrecidos por el maquillaje.  Le propongo que le ponga palabras a sus lágrimas.
Me dice que es algo que ya no puede aguantar mas!. Que está saliendo todos los días,  que es como un vaso que se rebalsa y que necesita vaciarlo.
-    Y no se como hacerlo!. No tengo palabras. No he hablado nunca de eso.
Le propongo que le pongamos nombre a “eso”, lo “innombrable”. No le salió de su boca.
-       Se llama abuso?
-       Si, me dice… y aun no lo podía enunciar.
-       Abuso de pequeña?
-        …Asintió.
Era un paso enorme, el poder comenzar a hablar de él y poder reconocer que le había pasado.
-       Y le pregunto… ¿Qué te pasa al contar y sacarlo afuera?
-       Un tremendo alivio, y también me da mucha vergüenza!
-       Vergüenza por qué?
-       Por que siempre me he sentido oscura, sucia, y también frente a ti…de qué vas a pensar de mi!
Me conecté con una tremenda ternura de ver esa mujer grande  conectándose con su vulnerabilidad.

Desde mi experiencia, he visto tanto a mujeres y hombres abusados de niños/as, que sienten que no solo les hicieron algo a ellos, sino que también verse con  alguna responsabilidad, dado que a veces lo anhelaban, accedían o tenían placer. Y aparece la vergüenza y la culpa. No solo sienten que transgreden estándares sociales, sino que también estándares propios.  Lo que no están viendo es el abuso de poder de un adulto frente a un niño, que no tiene poder de discernir ni optar. Y si le agregamos, que en la mayoría de los casos es alguien muy cercano, a quienes ellos/as quieren y confían, el tema se hace mas complejo aún.

La abracé como una madre abraza a su hija, y le di la bienvenida a esta nueva etapa. Y también a lo que viene. Lo único que le prometí es que yo estaba dispuesta a acompañarla en este camino.
Esta etapa nueva que es como cuando estamos embarazados. Parir después de 43 años. Muy largo!, por lo tanto no hay mucho repertorio, ni manual para caminar después de tanta recriminación.
Terminamos esa sesión con mucha conexión, compenetración.

Segunda sesión
Venía vestida de negro como a menudo la veía, pero traía atado a su cuello un pañuelo de seda multicolor, que seguramente lo tenia guardado de algún regalo de cumpleaños, que nunca iba a ser abierto.
Algo nuevo se estaba gestando.
Recién estábamos comenzando. Es como una piel que se comienza a cambiar.

- Cómo estas? Fue mi primera pregunta. Fue como sacarle el freno de mano, para que se explayara.
- ¿Como te has sentido?
Era un cocktail de emociones. La tristeza fue la primera que salió. Y había estada presente durante toda la semana.  Comenzó a salir la rabia.  Aparecieron conversaciones no tenidas, pedidos de ayuda no realizados a su madre. La vergüenza y la culpa estuvieron haciendo su propia alquimia. 
            Le dimos la bienvenida a todas ellas.
- Serán tus compañeras por un rato, así es que mejor conocerlas que desconocerlas… no te parece?
La pregunta recurrente fue…
¿Y ahora que voy a hacer con todo esto?
Le aparecía su hija, sus relaciones pasadas, actuales, futuras.
Era importante acompañarla un rato desde el silencio, escucharla desde ahí, sin juicios. Estuve desde mi mas profunda legitimación por lo que estaba sintiendo.
Algo le estaba diciendo esto de conectarse con su hijita, que tenía mas o menos la misma edad que ella cuando comenzó a ser abusada.

La invité a conectarse con esa niña… con su niña… de 5.
Le pregunté ¿quieres que la traigamos aquí para conversar con ella?
Sentí que ya podía mirarla de frente. Y así fue!
Cerró los ojos y le pedí que la trajera a su pensamiento.
-       Ve como esta vestida, peinada, su carita. Salúdala!
-       Dile como te decían de chiquita.
-     Qué te gustaría decirle desde tu ser hoy grande a tu chiquita.
-       Hola mi querida Pepi… uy que tiempo que no te veía.
-       Estas linda…, agrega! Comienza a llorar!
-       Te quiero pedir disculpas… porque no te he tratado muy bien!.
-       Te miro y veo una niña indefensa!!
Y ahí se queda un rato… llorando con ella.
Yo intervengo y le pido:
- Dile que no tiene la culpa de lo que le pasó! Que es una niña!, Aunque lo hubieras deseado o gozado! Eras una niña. Y esa persona que tu querías abusó de su poder de adulto!
Ella fue poniendo en sus palabras lo que yo le iba diciendo. No dejaba de llorar.
Qué mas quisieras decirle?
-       Te quiero con todo mi corazón.
-       Y te pido perdón!
Algo se detuvo de mi  y en ella, a propósito de su anhelo de sanar con ella.
            - Qué tal que perdonemos a la niña y también a la adulta?
Hicimos ahí una conexión del pasado con el presente.
-       Te perdono, me perdono.
Se hizo un largo silencio y lo sostuvimos en complicidad.
Algo mas te gustaría decirle hoy a esa niña de 5?
-       No, está bien por ahora!
-       Bien despídete por ahora, entonces!
-       Gracias por venir y verte tu carita despejada, juguetona, me ha dado fuerza para seguir mi camino…. Y agregó algo mas…
Abrió sus ojos, y respiramos a la niña…juntas.
            -     Cómo estás?
            -     Conmovida!
-       ¿Que está pasando?
-       Estoy conectando con esa niña dolida!
-       ¡Será que estás sanando con esa herida?
-       Y aun duele!
-       Como todo herida, que cuando le sacamos el vendaje, y queda expuesta, está sensible, adolorida.
-       Qué tienes ganas de hacer ahora?
-       Primero que me abraces.
Lo hago y nos volvimos a quedar un rato ahí.
-       Y estoy muy cansada.
-       Qué tal que te hagas un poco de cariño?
-       Si, lo que quiero es arroparme y dormir.
Y ese fue el cierre de esa segunda sesión.

Pasa una corta semana, pues había un feriado entremedio, y probablemente muy larga para ella.  Antes de irme de fin de semana, le escribo, preguntándole cómo está? Agradece mi mail, y me dice : procesando y tranquila. 

Tercera sesión:
Ya su vestimenta había cambiado. El colorido era otro, y además venía con una falda ajustada y con tacones medianos. Lo que mas me llamó la atención fue su pelo. Lo llevaba suelto. Negro, muy brillante. No era de gran longitud, mas se lucía. Algo estaba apareciendo en ella, que había estado opacado por tantos años de encierro.

Le pregunto a modo de broma:
-       Quien vino hoy?
-       - Me sorprendió con su respuesta.
-       Hoy viene la mujer, que comienza a ver el sol!

No voy a detallar la sesión que tuvimos en ese momento.  Lo que si puedo decir es que comenzamos a trabajar su poder, sus limites, sus miedos a la energía masculina, a mirar su femenino, a potenciarlo de a poco y por sobre todo a su mujer adulta.  
Seguimos encontrándonos por algunas sesiones mas.
Y en ocasiones volvimos a hablar con la niña. Ya eran diálogos diferentes. Para conectarse con el juego, con la flexibilidad. Y a ratos para volver a sanarla.

La pregunta que me surge es ¿qué hacemos los coaches en situaciones como esta? Será que podemos transformarnos en enfermeras que sanamos heridas?
Si creo que es un proceso largo. Que probablemente requiere muchas veces volver a la niña, cuando aparece la tristeza. Bienvenida ella, pues la tristeza aparece cuando hay algo que hemos perdido y nos importa. Lo relevante aquí es tener la fuerza para no ahogarnos en ese mar, sino mas bien tener recursos para remar y llegar a costa.

Se estarán preguntando… ¿y qué pasó con su jefe? Ese fue parte importante de las sesiones posteriores. Ver sus miedos, que probablemente la acompañarán por mucho tiempo, mas vio que el tema era propio que del jefe.  El tema no era cambiar de jefe o de trabajo, sino acoger su miedo, para que le ayudara a moverse y no paralizarse. A invitar al coraje (actuar en presencia del miedo), para atreverse a ponerle límites, a dar los primeros pasos en mirar a los hombres  a los ojos, a quienes ella acostumbraba a someterse a su autoridad .

Agradezco a Pepa (le he cambiado el nombre, por motivos obvios), por su coraje y valentía. Por su luz y su sombra. Por permitirme acompañarla y que ambas creciéramos en este devenir de la vida.

Este es un primer capítulo, de temas que guardamos como secretos, que por secretos hablan a viva voz durante toda la vida. El compartir mis experiencias, pueda ser de utilidad a otros profesionales, especialmente a los coaches, que por ser una disciplina emergente sus limites están aun definiéndose.

Ana María Torres