“EL coaching ontológico es muy difícil”, “ ¿como ver la
profundidad de ese ser?”, “Será que yo puedo aprender a hacer lo que los
coaches que conozco hacen?
Son algunas de las reflexiones y preguntas que se hacen los
alumnos de nuestra escuela cuando dan sus primeros pasos en su formación como
coaches.
Lo primero que me surge es preguntarme… y será tan complejo?
Somos tan complejos los seres humanos que nos cuesta tanto llegar a su alma?
Ayer observando a un par de alumnos aprendices haciendo sus primeras prácticas
en este arte, me sorprendí de ver como cada uno tocó el alma de sus compañeros
manifestado en lágrimas, asombro y sobre todo gratitud.
¿Qué tendrían todos ellos en común para que eso pasara? Qué ingredientes tendría este “pastel” tan
exquisito y fresco?. Media taza de inocencia,
2 cucharadas de curiosidad, una pisca de irreverencia, acompañada de un
palito de gentileza. Y no olvidaron el jugo de conexión, que le dio sustancia y
flexibilidad a la masa. Movieron los
elementos dándole mucho aire, silencios, pausas. En la unión de todos ellos fue
necesario ponerle un chorrito de confianza, que le dio el elemento mágico para
su resultado final. El recipiente no fue menor. Tomo la forma de respeto desde
la escucha reverencial.
Los temas fueron bien diversos. Desde un duelo materno en
proceso, la represión de la rabia, la soledad, el deber ser, etc. Cada uno le puso su toque personal, y la
transparencia del aprendiz, dado por el legítimo interés por el ser humano que
tenían delante. Desde allí indagaron, desde allí apareció el coachee.
Las preguntas vinieron desde el “no saber”, por lo tanto,
nada se dio por conocido.
¿Será ese el ingrediente secreto? El indagar desde el
legitimo lugar de no saber? Será que desde ahí, aparece el otro? Desde ahí se
construye confianza? Conexión?
Desde ese lugar, nada es obvio, incluso esas palabras que
compartimos como cultura, como “lata”, “achunchado”, y mas aún, esas que sabemos su significado como, “amenaza” , “bloqueo” “ , adjetivos
como “significativo”, “maravilloso”, “espantoso” o los superlativos que nos son
inocentes.. “extremadamente”, “grandioso”, etc, etc.
La profundidad en la simpleza, eso resultó saliendo del
horno. Servido con un rico syrup de compasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario