jueves, 26 de junio de 2014

Chi-chi-Chi: A octavos de final…. ¿Winners?



Si no hubiera estado en cama con un fuerte resfrío,  probablemente no habría visto varios de los partidos del mundial, cosa que me ha gustado para sorpresa mía.  He visto muuuchos hombres corriendo detrás de una pelota, mucho colorido en las vestimentas de los hinchas, tratando de asemejarse a sus ídolos del momento, unos que ganan otros pierden, enojos, patadas, mordidas, abrazos, gritos, celebraciones, carnaval y también abusos. Bien humano. ¿O no?
 
Por otro lado, ha sido un carnaval de emociones, las expresadas por los protagonistas y también mías. La primera fue de orgullo. Cuando ganó Chile su primer partido. Estaba en casa de mi hija frente a una sede de una Universidad Privada. AL primer gol, los gritos ambientales eran como si la ciudad fuera un gran estadio. Algo especial sentí en mi cuerpo, algo que no puedo describir mucho, pero era una emoción mas grande que yo, era colectiva. 

 
Esa noche fuimos a comer con mi pareja una carnecita en nuestro restorán favorito, y presenciamos el efecto celebración. Miradas y sonrisas cómplices, como si todos nos conociéramos y fuéramos parte de una gran familia. La tardanza de segundo plato, fue recibido con compasión y paciencia, el júbilo del brindis, no fue en la intimidad de la propia mesa, era necesaria gritarla y compartirla.  La sensación que todos éramos iguales y parte. ¿Será esto lo que necesitamos en las organizaciones? Tener un foco común claro?.

Apareció también la admiración al ver a la hinchada ecuatoriana, que alentaban a su equipo, desde la alegría, la celebración y el respeto. No puedo negar que me dio algo de envidia y preguntarme ¿qué tienen ellos que nosotros como cultura no tenemos?
La vergüenza empaño este baile, al ver a los hinchas chilenos en Brazil,  en el fragor de sus “hinchaditis”, “aprovechándose”, traspasando los límites de lo posible, queriendo ver un partido, esondido detrás del fanatismo, sin comprar entradas, irrumpiendo en propiedad privada. Me da mucha pena decirlo, pero es tan chileno. “En el camino se arregla la carga”, y escondidos en la multitud… nadie es “culpable”. “si todos lo hacen porque no yo”… la cultura del “huaso ladino”. Este no es el fenómeno de las barras bravas, es la cultura de la hinchada, base del chaqueteo chileno. 

Hoy a dos días de la posible clasificación de Chile, escucho a nuestros líderes actuales (los jugadores ) hacer su conferencia de prensa. Hacía tiempo que no escuchaba a un chileno hablar en propiedad, uno de los grandes, hablar con admiración y grandeza de sus compañeros y de lo que son capaces de hacer en conjunto.  Un winner dirían por ahí!. Para mi, ser ganador mas tiene que ver con dignidad que con rabia, con integridad que con des-integrar, con confianza, que con esperanza, con presencia que con prescindencia. Para que haya cambio colectivo es imprescindible el cambio individual.

Me surgen algunas preguntas para seguir reflexionando:   ¿Será que “somos fieles a nuestra propia esencia” como la fábula del escorpión y el sapo? ¿Podremos ir cambiando la ontología del ser chileno? ¿Será que confundimos el ser ganador con “triunfalismo”? El irse por el camino fácil? ¿qué nos hará tan ciegos al aprendizaje con constancia y tesón y especialmente rigor?   Algo me dice que hay cosas que tenemos que aprender y desaprender para poder trascender a otro nivel.  Nos decimos hijos del rigor y del esfuerzo. ¿Donde está la inconsistencia para escuchar en profundidad lo que nos quiere transmitir nuestro maestro A. Sánchez?

Ana María Torres
26 de junio del 2014



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