Un acto de presencia a través del amor
Un premio?
Una locura?
Un acto de coraje?
Un acto de amor?
Son varias las
preguntas que me surgen al pensar lo que fueron estos 10 días con Mila,
mientras su madre viajaba por Italia. Su presencia estuvo a diario. Conexiones
fortuitas a través de Facetime hizo que se mantuviera el contacto al menos a
través de esa pantallita, a las horas en que Mila estaba despierta y en casa. Su primeras palabras que balbuceaba al ver la
cara de su madre, con escote y colores veraniegos, era …”no vayas”. Un halo tristón,
se hacía sentir, mas la culpa llegaba mas rápido que la imagen, siendo
compensada con ofertas de regalos.
¿Será que a los
2 años y medio entiende lo que es un regalo a futuro?
Ahí estaba yo,
para acoger, pretendiendo llenar un espacio, imposible de cumplir a cabalidad.
¿Y cual sería mi rol, en ausencia de mamá? El de abuela, obvio, y no lo era
tal. Lo iríamos descubriendo en la intensa convivencia. “Babu María”, “María Babu”
como me ha bautizado, le pone un toque de magia al personaje. Invita a una mujer negra de gran volumen y voluminosos pechos,
capaz de acoger, abrazar y nutrir a quien se lo pida y necesite!! Me gusta la
imagen y no sé si doy la talla!
El primer día,
la llevé de compras! Tenía la idea de comprarle una muñeca con un ropero
variado, para que aprendiera a poner, sacar, abrochar, subir, bajar cierres, etc.
Muy educativo. Los 10 días la muñeca de trapo, estuvo desnuda sin premura a ser
cubierta por tenida alguna. Algo me decía que la cosa no iría por ahí.
Mi reloj
despertador era una vocecita que decía “babu, ven”!. De 6 Am en adelante! Uf!
Habían días que esas palabras eran como el trinar de un pájaro, y otros como el
rugir de un león!. La TV, “monitos” era
una recurso madrugador, muy útil para mamá, y poder pegar pestaña unos minutos adicionales. La suerte toco la puerta, pues la TV no
funcionó durante todo el primer fin de semana y mi reloj biológico se vio
forzado a activarse antes de tiempo. Pasamos de ser espectadoras de la cajita
cuadrada a ser protagonistas de nuestras propias historias.
Al cabo de unos
días, ya entré en su ritmo. Mis horarios eran sus horarios. Sus rutinas eran las
mías. Logramos un grado de sintonía, donde no había obligación alguna. Solo era
estar y conectarnos, comunicarnos con ruidos, lenguajes inventados, bailes,
rondas con los animales de peluche, comidas imaginarias, cantos de cumpleaños
cada 10 minutos, y saborearnos con una torta de utilería.
Mis salidas de
la casa fueron respetadas en armonía, con seguridad que volvería. Empecé a
escuchar su lenguaje no dicho de cansancio, de tristeza, de alegría, de
nostalgia y a acoger su sensación de bebé a ratos.
Un regalo
presente, eso fue y es Mila para mi! Y
estoy segura que fue recíproco!!
Aprendí que
cuando queremos jugar a pintar, puede que el papel y los lápices sean la
estructura de un castillo de princesas o una paloma que vuela. Si se cae un
sombrero, este se transforme en un cerro que hay que traspasar. Una palabra
imposible de pronunciar, podría ser el comienzo de un nuevo lenguaje.
Mila eres mi
maestra de la presencia, de estar presente, de ser un presente.
Y también acepto el presente de volver a escuchar mi reloj biológico de abuela a distancia, que se estaba comenzando a manifestar con cansancio y despertares al mediodía.
Y también acepto el presente de volver a escuchar mi reloj biológico de abuela a distancia, que se estaba comenzando a manifestar con cansancio y despertares al mediodía.